lunes, diciembre 01, 2008

Pegajosa y dulce...



foto: AP
La Jornada


Starbucks Alameda. Ciudad de México. Previo a mi regreso a la capital mundial del chongo decido leer acompañado de un endulzado capuchino alto -no chico, no grande, simplemente alto- las primeras notas del concierto de Madonna el sábado pasado en el Foro Sol. Mientras mi amigo le explicaba a un francés el uso de su iPhone yo me daba el privilegio de recordar lo que viví aquella noche no tan fría en la que estaba acompañado por unas amigas borrachas –a quienes les ofendía el uso de los gorros de peluche, tan presentes esa noche- y que un señor jamás se levantó a hacer bulla alguna durante las dos horas de la presentación.

Dicen que Calderón y otros 14 gobernadores están aquí, por eso está medio de hueva… no sé que expectativas tendrían mis nuevas amiguillas del show –a quienes, por cierto, jamás pregunté su nombre- ni tampoco supe si Felipe Calderón efectivamente habría ido con sus compas los góbers seguramente a “festejar” los 100 días de resultados contra el crimen organizado, a final de cuentas sus “resultados” fueron más discurso de lo mismo y poco eco tuvo a comparación de la primera reunión convocada por Alejandro Martí.

Mi amigo y yo llegamos a la conclusión que los verdaderos fanáticos no estaban a la delantera del recinto, quienes estuvieron ahí seguramente saldrán en “Caras” o “Quien” con pose en el tan ansioso “after” que en el mismo estadio se cocinaba desde temprano; Madonna quería entregarse al público y lo hicimos a nuestro modo desde que la mayoría llegamos a tiempo, hicimos “olas” y tres o cuatro coros de “México, México…” sí, y cuando lo hacíamos corrían las estadísticas de un noviembre sangriento en Chihuahua vejando y rematando a una niña junto con otras personas.

Ya mis nuevas amiguillas se extasiaron con “like a prayer” y yo también lo hice porque quería decirles a todas mis comadres –sí, las que traían un chingo de plumas, peluches y lentejuelas- que estaba también orgulloso de todas ellas y que me encantaba que llenaran el metro, el Circuito Interior y el Viaducto de sus cantos aunque se nos catalogue de superluos y engreídos (paradigma a derribar, naturalmente); me sentía orgulloso que la señora de a lado fuera a pesar de sus años y que también se lanzara al ruedo a pesar que no supiera ni una sola letra, me reía de mí porque me comí una dona de 25 pesos y dos vasos de palomitas de a veinte cada una sólo por acompañar aquello que tal vez sería difícil concebir en otra ocasión y que para muchos esperar tantos años valió la pena, lo chido es que aquella noche se volvió realidad.

Madonna representó bien, igual le faltaron muchas cosas pero hizo lo que sabe hacer: consolidarse como ella sólo sabe hacerlo, aunque estuviera pegajosa y dulce.

Y seguía en el Starbucks y mi amigo aún con el wey francés tratando de comunicarse… lo que a él tal vez se le olvidó es que a los galos les caga inglés

No confundan el amor con las ganas de ir al baño

1 Comments:

Blogger Unknown said...

... al galo le hablo en el idioma que quiera, jajaja...

7:48 p.m.  

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