jueves, mayo 15, 2008

¿Por qué me sumé a ALTERNATIVA?

Dentro del ejercicio de reflexión interna de la corriente de Patricia Mercado quiero compartirles lo que siento en las próximas líneas. No será para algunas y algunos interesante pero sólo es una parte de la expresión que deseo compartir..


Sumarme a la Alternativa

Paul Alcántar

¿Por qué me sumé a Alternativa? Y la pregunta parece ironía cuando verdaderamente me lo debí plantear en noviembre del 2005. Ustedes no están para saberlo pero resultaría desahogar mis sentimientos de aquel año cuando observaba apasionado un proceso electoral lleno de demagogia pura y de lucha interminable que seguimos llevando a cuestas y que nos ha impactado de manera social con las consecuencias ya sabidas en estos tiempos.

Vicente Fox seguía con su malogrado desafuero y lograba introducir al país en una lucha bipolar entre ricos y pobres, liberales y conservadores, buenos y malos, tolerantes e irreverentes: una guerra sin tregua afin a proyectos tal vez distintos pero que no buscaban realmente traducir sus luchas en lo que verdaderamente al país le importa y mucho: erradicar las desigualdades dentro de las mismas diversidades que caracterizan a cualquier sociedad –y no sólo la mexicana- y que la urgencia de tomar acciones debe ser primordial para combatir el reto que durante siglos ha sufrido este país traducida en la carente justicia social que padecemos.

Mi simpatía hacia la izquierda creció de manera significativa en estos últimos 8 años pero no podía afiliarme, mucho menos participar en el PRD. Mi deliberación y discernimiento debían partir de la historia tan corta de ese partido y las conclusiones fueron simples y tristes en aquel momento: el perredismo había perdido rumbo y sentido popular para entrar a un populismo de lastre con efectos negativos para una democracia en desarrollo.
Andrés Manuel López Obrador tenía la oportunidad de ganar las elecciones del 2006, veía en su popularidad y liderazgo la respuesta de quienes han sufrido la marginalidad social y económica, resultando una válvula de escape humana de aquellos que habían sido excluidos en los últimos 30 años.

Pero las propuestas de fondo no existían en esa izquierda que lo mismo reclutaba a grandes intelectuales –un decir, por supuesto- como a ex salinistas quienes en su momento fueron cómplices de las atrocidades que ejecutaron en contra de la cohesión de la izquierda en un solo partido. No bastaba escuchar sus discursos cuando se hacían alianzas con cacicazgos regionales para mantener el poder absoluto a costa de sangre y sufrimiento en muchas familias; las incoherencias y contradicciones no cabían en mi decisión de sumarme, sabía que la derecha mexicana y los poderes de facto impedirían la llegada de Andrés Manuel, pero sumarme a su campaña significaba entrar a un mundo de rapiñas y oportunistas que a toda costa reducirían mi participación y contribuirían a mi decepción por la política. No creía que mi libertad de pensamiento fuera respetada –quién lo diría- en un partido de izquierda como el PRD.

Y en ese tiempo –de nuevo noviembre de 2005- tenía perfectamente definido que, a pesar de los agravios del gobierno federal en contra de López Obrador, no participaría de manera directa en la elección federal del 2006. Mis esperanzas y aportaciones se reducirían a debates con conocidos de luchas sociales y algunos políticos locales y de una manera expondría mi rechazo ante las propuestas de los candidatos presidenciales. Pero esa comodidad resultaba –ironía- incómoda, a pesar de mi decisión de mantenerme al margen, porque esa inquietud por participar en una elección presidencial tan trascendental me mantenía vivo y todo me fue llevando a una sensación participativa que terminó en un acercamiento con Alternativa; Andrés Lajous garantizaba en sus Radicales Libres el espacio ideal para alzar mi voz ante una propuesta interesante que fui conociendo poco a poco. El foro de Radicales Libres permitió expresar la pasión por lo que pensaba y pienso, confesé mi idealismo por las libertades individuales, conocí las otras expresiones de una izquierda que buscaba el bien común pero en base a un progreso urgente en nuestro país, critiqué posturas, cuestioné argumentos y aprendí mucho; pero sobre todo me sentía incluido –por primera vez- en un proyecto que ya sentía mío: en sí comenzaba a experimentar la otra parte de la izquierda que tanto es criticada por su aparente pasividad, pero de una importancia irreducible a lo que estaba pasando en la política mexicana en aquel 2006.

Transcurrían las campañas; López Obrador comenzó a cimbrarse en las últimas encuestas y la polarización gestionada por los operadores de Felipe Calderón propiciaban la ruptura a la moderación entre quienes estábamos de lleno en el proceso electoral. Y sigilosamente seguía Patricia Mercado, aunque no hubo presupuesto y las riñas que ya de más conocemos entre Ignacio Yris en contra de Alberto Begné y de Mercado provocaron la primera ruptura estructural de Alternativa; la primera desilusión temporal cuando leo en El Universal que el Doctor Simi era ahora nuestro candidato y mi intuición política rechazaba tal sacrilegio. Por fortuna lo desecharon y seguía monitoreando lo que hacía Patricia, lo que hablaba Patricia, lo que opinaba Patricia, lo que decían de Patricia, lo que criticaban de Patricia, lo que aplaudían de Patricia; porque no era en ella en sí lo mucho de la propuesta, sino era la propuesta. Ese derecho a existir conmocionaba ante la sombra de la polarización política y sucedió lo imaginable: el milagro socialdemócrata ya era presente aquel 2 de julio del 2006 y retomaba la lucha institucional que había dejado atrás de manera reciente entre Democracia Social y México Posible. Los puntos de lucha, perfectamente definidas en la agenda desde mi perspectiva:

1. Derecho de las diversidades en su máxima expresión –cultural, social, política, sexual, etc.
2. Equidad de Género
3. Derecho a decidir –aborto-.
4. Sociedad del conocimiento
5. Reforma del Estado en base a la justicia social e individual
6. Economía sustentable

La consolidación con 5 curules ganadas en la Cámara de Diputados y 2 en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal dieron pie a una serie de reformas legales ante necesidades obstaculizadas por el sesgo e indiferencia social y cultural que aún persiste en nuestro país y no importó sacar en un año la Ley de Sociedades de Convivencia en la Ciudad de México; un parte aguas indiscutible en la historia capitalina y del país; integrarme al proyecto de las y los jóvenes socialdemócratas en un momento de vilo democrático cuando todo era confusión ante la toma de 10 kilómetros de la avenida más importante del país por parte de los simpatizantes de López Obrador y donde Alternativa no estuvo exenta del conflicto, tuvimos la primera diferencia con el presidente del partido –legítimo, en ese entonces- y comenzó la lucha de visiones concluida en violencia repugnable.


Continuará....

no confundan el amor con las ganas de ir al baño